Año 2021

Empezamos un nuevo año que no es como los otros. Este viene después del 2020 que ha sido un tanto durillo, los otros años no tenían tantas connotaciones nefastas, eran un año más sin nada de especial. Esos años normalmente arrancaban con multitud de proyectos que luego no se llevaban a cabo en la mayoría de los casos, pero eso no importaba. Había ilusión, la sensación de que se podían cambiar cosas, mejorar comportamientos, por lo menos por mi parte. Yo veía el nuevo año como otra oportunidad, me engañaba, claro, luego la pereza o el curso natural de los acontecimientos postergaban para más tarde esos proyectos. Como cada año.

Este si que lo considero especial, de hecho no tengo ningún proyecto. Estoy simplemente observando la evolución de la crisis del coronavirus. Habrá o no habrá tercera ola, me temo que la habrá. Nos vacunarán pronto o tarde, en que grupo me van a poner. La vacuna servirá de algo o tendrá efectos secundarios, que pueden aparecer aunque la vacuna sea extraordinariamente eficaz. Lo veremos.

Así que me siento a esperar acontecimientos. Por suerte no me apetece nada ir de un sitio a otro, es cierto que me gustaría dar una vuelta por las calles de Madrid, la Rambla de Barcelona, el Espolón de Burgos, tantos sitios por los que callejeaba sin ningún propósito determinado, como mucho sentarme en un bar a tomar algo. No me apetece porque las condiciones han cambiado, pasear con mascarilla es un engorro, y todavía habrá que llevarla durante una buena parte de este año 2021, y quizá durante más tiempo. El hecho de llevarla y lo de mantener distancias de seguridad se convierte en algo muy presente, amenazante, como un peligro aleteando alrededor que me impide disfrutar del paseo.

Ahora los paseos son por los alrededores de mi casa, donde por suerte todo es campo y no hay apenas paseantes. Sólo mi perra y yo. Bueno, y el gato, que también nos acompaña algún trecho. Es todo un personaje este gato, es medio salvaje pero hace vida con nosotros, a su manera. Los gatos que había tenido antes no tienen nada que ver con este, eran gatos caseros, no salían a la calle para nada y les gustaba sentarse encima mío ronroneando. Este gato no hace nada de eso, se pasa una buena parte del día dando vueltas por el campo, viene a casa a comer y a dormir y no le gusta nada que le cojan en brazos. Sólo ronronea cuando está medio dormido y aprovecho para toquetearlo un poco, entonces si que parece un gatito encantador y no un salvaje de lo más arisco.

Estos paseos resultan de lo más gratificante. No solamente está la belleza del entorno, el pantano, los caminos que lo bordean, las colinas cercanas. La sensación de soledad y aislamiento me resultan muy relajantes. La ausencia de ruidos es otro plus, es que no se oye nada, como mucho la carretera en ciertos puntos, y cuando ya estoy a cierta distancia ni siquiera eso. El aire, algún pájaro, el ruido de mis pies al pisar las piedras del camino. Un gustazo.

Además he recuperado el gusto por la lectura, ya me he leído dos libros que me han gustado y emocionado. El de Sally Rooney del que todo el mundo hablaba, Gente normal, y un libro de Sigrid Nunez, El amigo. Este lo estoy acabando y me ha sorprendido bastante. Lo elegí porque el amigo del título es un gran danés arlequinado de nombre Apollo igualito a una preciosa y querida gran danesa que conocí hace tiempo, ella se llamaba Polka. Sentía curiosidad, me imaginaba que hablaría de su vida con el perro. La novela es eso y mucho más, contiene reflexiones sobre la literatura y el oficio de escribir, también curiosidades sobre la relación con los perros de otros escritores. En fin, que me está resultando ameno a pesar de que no hable solamente del gran danés.

Así que en esas estamos, paseos, gusto recobrado por la lectura, incisos para ponerme ciega de polvorones y roscón de Reyes. Y el blog, también me apetece ponerme aquí delante.

Deja un comentario